Mostrando entradas con la etiqueta Cupones de 1990. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cupones de 1990. Mostrar todas las entradas

27.9.17

NUESTRO REFRANERO EN EL QUIJOTE: CUPÓN DEL 27 DE NOVIEMBRE DE 1990


Sabido es que en la obra más famosa de nuestro escritor más universal, El Quijote, podemos encontrar un compendio bastante extenso de refranes que, aun a pesar del tiempo transcurrido desde que esta novela vio la luz hace ya más de cuatro siglos, siguen vigentes a día de hoy.
Muchos de ellos se hicieron populares, en el significado más extenso de la palabra, a partir de su publicación. Otros fueron recogidos por Cervantes a propósito a fin de extender su uso a todo el territorio español. Tal vez ni el propio Cervantes imaginaba, dada la trascendencia de su obra y la divulgación de la que disfrutó logrando traspasar todas las fronteras imaginables, que muchos de estos refranes iban a hacerse tan conocidos en el exterior como en España.
Prueba de ello es el refrán que aparece en el cupón que protagoniza esta entrada, el del 27 de noviembre de 1990, cupón que formó parte de la exquisita serie El Quijote, en el que, además de refranes, proverbios, máximas y sentencias recitadas por Don Alonso Quijano, su escudero Sancho, o incluso otros personajes no tan protagonistas, fueron muchos los pasajes que se difundieron gracias al cupón, algo que vino, sin duda, a enriquecer aún más si cabe la sabiduría popular de todos los rincones de nuestro país.
Quien destaja no baraja, reza el boleto en cuestión, palabras que vienen a prevenirnos de la importancia de eludir todos los posibles obstáculos de un asunto con el objeto de evitar pleitos. Según el Refranero Multilingüe del Centro Cervantes, en este sentido, podría decirse: Quien primero destaja, después no baraja. Está más extendida una segunda interpretación para este refrán, y es que también quiere instruirnos sobre la imposibilidad de hacer dos cosas a la vez, o la necesidad de que una misma persona no debe ocuparse de dos cosas distintas (pudiéndose aplicar, por ejemplo, en el mundo laboral)
Su origen se halla, tal como muestra la propia ilustración del cupón, en los juegos de naipes.
Por destajar se entiende cortar la baraja. Barajar significa mezclar los naipes antes de repartirlos. Si tenemos en cuenta las normas básicas de este tipo de juegos, la baraja ha de ser cortada por la persona que se posiciona a la izquierda de quien reparte, nunca por la misma. Esta norma se remonta a muchos siglos atrás, si bien fue en la época de Cervantes cuando los naipes cobraron gran reputación, viéndose reflejada en su obra. Entonces, ricos y pobres, religiosos y pícaros, nobles y villanos, y hasta los mismos reyes, se jugaban el honor, el pan, y hasta la vida en timbas donde todos acababan perdiendo, unos por carta de más y otros por carta de menos.

Existen otros refranes sinónimos, cuyo significado es el mismo, o al menos parecido, al expuesto en este cupón, incluso, como hemos dicho antes, en otras lenguas, siendo su origen, en algunos casos, el refrán del que hoy hablamos.

Dormir y guardar las eras, no hay manera.
No se puede estar en misa y repicando.
Soplar y sorber, no puede ser.
He who binds does not wrangle (inglés): Aquel que ata, no arrea ganado.
O que baralla non parte, o que parte non dá (gallego): El que baraja no parte, el que parte no da.

25.7.17

EL SYBIC FRANCÉS: UNA LOCOMOTORA AÚN EN USO. CUPÓN DEL 19 DE JUNIO DE 1990


Su apelativo popular es Sybic (acrónimo de Synchrone et Bicourrant), aunque su nombre oficial es BB26000, y constituyen un grupo de 26 locomotoras eléctricas bitensión de la SNCF (Société Nationale des Chemins de der Français), compañía estatal francesa encargada de la explotación de los ferrocarriles en este país.

Fabricadas por Alstom -corporación francesa centrada en el negocio de la generación de electricidad y fabricación de trenes-, las primeras Sybics se recepcionaron en Dijon, siendo repartidas desde allí a otras bases, como las de Lens o Villeneuve Saint-Georges.
La entrega de la primera de estas locomotoras se entregó a la SNCF en 1988, lo cual discrepa con la fecha anotada en el cupón del 19 de junio de 1990, que presenta a esta locomotora a través de una sencilla ilustración con fondo rojo, color correspondiente, como siempre ha sido habitual, al martes.

 Alcanzan  una velocidad máxima de 200 km/h, y a día de hoy sigue operativa dadas sus grandes capacidades de tracción y su gran fiabilidad; su típica imagen de robustez pintada de rojo y blanco (si bien existen Sybics pintadas de naranja o gris) puede contemplarse aún recorriendo los raíles franceses tal como se muestra en la fotografía posterior.

A diferencia de las décadas de los 80 y 90, actualmente, las Sybic se hacen cargo de trenes de mercancías pesadas en todo el este del país vecino. Siguen rodando, además, con ciertos Intercités (versión francesa de la conocida InterCity del resto de Europa) y TER 200, estando prevista la adaptación para su utilización con los nuevos coches que varias regiones van adquiriendo.

Imagen de una Sybic en Perpiñán (Francia)

16.1.17

EL CHAR-À-BANC, CARRUAJE FRANCÉS EN LA CORTE BRITÁNICA

Cupón del martes 6 de febrero de 1990, en el que aparece el char-à-banc

Ilustración del Char-á-banc empleado en el cupón. Meubles et Objects de Goût, 1825

Entre los meses de enero y marzo de 1990, la ONCE sacó a la luz una serie dedicada a carruajes históricos que, sirviéndose de unos bosquejos un tanto arcaicos, ofreció al coleccionista toda una gama de ejemplares, abarcando desde épocas tan dispares como el año 3500 a.C. hasta carruajes clásicos de los siglos XVIII o XIX empleados por las más reputadas Cortes europeas.

Estas imágenes fueron, en su gran mayoría, extraídas de la titulada obra de 1825 Meubles et Objects de Goût, de autoría francesa (Pierre de la Mesangère [1761-1831], profesor de Filosofía y Letras del Collège de la Flèche), dedicada a decoración de interiores y vehículos hipomóviles (tirados por caballos).
En el caso del cupón del 6 de febrero, martes, un mal llamado Char a Banes (su apelativo real es Char-à-banc o Charabanc) ocupó la imagen del cupón. Este tipo de vehículos, que contaba con diferentes tipos, traspasó fronteras llegando incluso a Inglaterra, donde fue empleado, tal como muestra la siguiente imagen obtenida de la citada obra, por la mismísima reina Victoria. Su morfología era bastante simple y sus dimensiones podían cambiar en función del número de personas que precisara acarrear, yendo desde unas pocas hasta 35 ó 40. Contaba, por lo general, con cuatro ruedas, y los bancos se disponían paralelos a los ejes. Podía contar con entoldado a modo de cubierta, algo tremendamente útil en regiones lluviosas como el norte de Francia o las islas británicas.

En Octobre 1844, la reine Victoria fait visiter Twickenham, Hampton court,... au Roi Philippe dans le char à bancs que celui-ci vient de lui offrir. Peinture de Joseph Nash

23.4.16

ALLÁ VAN LEYES... REFRANES EN EL QUIJOTE



No podíamos dejar de dedicar una entrada a Cervantes en este 400 aniversario de su muerte. 
Siguiendo el estilo de la época, en 1990 salió a la luz una bonita colección de 47 ejemplares (octubre-diciembre) en la que, de alguna manera, se transcribía El Quijote a través de frases extraídas directamente de la obra. La frase Allá van leyes do quieren reyes (Allá van leyes donde quieren reyes), cita mencionada en varias ocasiones como vemos a continuación, viene a explicar, según indica el Instituto Cervantes, a cómo los poderosos acomodan e interpretan las leyes a su conveniencia, con el consiguiente quebranto.


«– Dueñas tiene mi señora la duquesa en su servicio que pudieran ser condesas si la fortuna quisiera, pero allá van leyes do quieren reyes, y nadie diga mal de las dueñas, y más de las antiguas y doncellas, que aunque yo no lo soy, bien se me alcanza y se me trasluce la ventaja que hace una dueña doncella a una dueña viuda […]» (Miguel de Cervantes Saavedra, Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha

«– No la tenga yo en el cielo –dijo el sobrebarbero– si todas vuestras mercedes no se engañan, y que así parezca mi ánima ante Dios como ella me parece a mí albarda, y no jaez; pero allá van leyes... y no digo más […]» (Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

6.4.16

EL "TELENAUTE", UN SUBMARINO NO TRIPULADO PARA LA INVESTIGACIÓN Y EL RODAJE DE DOCUMENTALES

Siempre me había preguntado qué era realmente el extraño aparato que protagonizó el cupón del 19 de julio de 1990, ejemplar perteneciente a la algo arcaica serie "El Mar", que contó con diversos apartados, como la fauna, la flora, la industria marítima, o este que nos ocupa: la investigación.
Pues bien, tras indagar un rato, he dado con la utilidad del extraño Telenaute, y una breve reseña que explica su origen: se trata de un submarino fabricado en los años 60 en Francia, de mano de la Compagnie Générale por le Developpement des Recherches Opérationel Sousmarines, algo así como Compañía General para el Desarrollo de Recursos de Operaciones Submarinas, y se clasifica en el tipo de submarinos conocido como ROV, un acrónimo del inglés Remote Operated Vehicle, es decir, vehículos controlados por control remoto desde una embarcación en la superficie a través de señales de radio o, como en este caso, por un cable (puede verse en el propio cupón).

El Telenaute es capaz de sumergirse a una profundidad de un kilómetro, y el brazo delantero puede cargar hasta 50 kilogramos de peso y transportar cualquier objeto a una distancia de algo más de un metro. Aparentemente es poca distancia, pero a tal profundidad, bajo la presión ejercida por el agua, no es poco para un aparato innovador en los años 60. No cuenta con cápsula en la que poder introducirse un tripulante, pero sí es posible adosársele una cámara. Es por ello que, además de en tareas de investigación del fondo del mar, ha sido muy utilizado para grabar imágenes marinas imposibles de conseguir sin ayuda de tecnología. El propio Jackes Cousteau y su equipo llegaron a utilizar el Telenaute en el rodaje de muchos de sus documentales.