Entre las geniales colecciones de 1997, tenemos la de Fiestas Populares españolas. Estos cupones son un reflejo exquisito de la, a veces desconocida, amalgama de eventos -sobre todo de índole rural y origen lejano en el tiempo- de nuestro país.
El cupón del 29 de abril de 1997 se dedicó a la celebración que hace famosa a la localidad conquense de Almonacid del Marquesado: La Endiablada, declarada de Interés Turístico Nacional, conmemorativa de las onomásticas de la Virgen Candelaria y San Blas (1, 2 y 3 de febrero), en los que unos 130 "diablos" ataviados de trajes de colores vivos, gorros decorados con flores -llamados "tocados", cetro ("porra") y lo que los hace más peculiares, unos cencerros de grandes dimensiones colgados a la espalda, recorren las calles de la localidad y sacan a los santos en procesión, a los que les dedican grandes saltos y curiosas danzas. Todos estos elementos aparecen figurados en el propio cupón.
El origen de la Endiablada se remonta a tiempos muy pretéritos. Según la Biblia, la necesidad de presentar a Jesús, siendo niño, en el templo, causó a María vergüenza, y es aquí donde encuentran su lugar los diablos, que con el ruido que provocan sus cencerros y su extraña vestimenta, atraerían la atención del público, salvando a la Virgen de las miradas de los demás.
Por otro lado, se habla de una explicación menos ligado al evangelio: unos pastores encontraron la imagen de San Blas enterrada en un paraje cercano a Almonacid, surgiendo una disputa con la localidad vecina: Puebla de Almenara, que el santo resolvió a favor de Almonacid. La alegría de los pastores por este hecho se plasmó en el sonar de los cencerros de sus ganados, que colgaron a sus espaldas. Para lavar la cara del santo (véase en el vídeo que esta tradición sigue en pie), utilizaron aguardiente, única bebida que tenían a mano.
Vídeo resumen de La Endiablada 2014
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