Una de las cosas que todo coleccionista se pregunta es de dónde se obtienen las imágenes que se representan en el cupón. Quizás, hoy en día es mucho más fácil imaginárselo; las opciones de edición e impresión son numerosas, existen programas informáticos que facilitan mucho esta labor, así como cámaras fotográficas, etc. (mención aparte merece la pregunta de quién se encarga de estas cosas en la ONCE). Posiblemente, durante los primeros años de cupones coleccionables (como yo los llamo) -hablamos de la segunda mitad de la década de los 80-, en tiempos en los que ni siquiera existía eso que llaman "derechos de autor", la elección de una imagen era cosa más sencilla.
De entre los cupones editados -y que son muchos- los que más me han hecho preguntarme estas cosas son los de 1987 y 1988. Me refiero a aquellos en los que aparecía una letra y un dibujo (estilo grabado), en ocasiones bastante extraño.
Aquellos cupones llevaban consigo un mensaje que a todos suena: LA ILUSIÓN DE TODOS LOS DÍAS, o, en algún caso, su variante LA ILUSIÓN DE CADA DÍA, eslogan aún vigente treinta años después, que, aunque siempre ha sido más común en el reverso del cupón, en aquella época podía leerse, si se unían todos los cupones precisos y en el mismo orden en el que iban saliendo a la venta, en el anverso.
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Eslogan LA ILUSIÓN DE TODOS LOS DÍAS (16 de diciembre '87 - 26 de enero '88). Imagen de Manu García (El Museo del Cupón) |
Aquellas imágenes, que ocupaban la mayor parte del anverso del cupón junto a una letra que quedaba en la esquina inferior izquierda, fueron obtenidas de unas aleluyas creadas nada menos que en 1873 con técnica xilográfica, consistente en grabar imágenes en una plancha de madera, y que hoy forman parte del Museo de la Fundación Joaquín Díaz de la localidad de Urueña (Valladolid), si bien vieron la luz en Madrid, en la imprenta conocida como "Taller de Marés y Compañía", ubicada entonces en la calle Juanelo, nº 19, en pleno centro de la capital.
Entendemos por "aleluya", al pliego de papel impreso por una cara que contiene un conjunto de viñetas (generalmente 48) en cuyo pie suelen aparecer unos versos que aluden a la escena representada. (...) Constituyen primitivas formas de lectura con imágenes, directamente emparentadas con los pliegos de cordel y destinadas a un público infantil o iletrado. -Definición de la propia Fundación-.
A los gritos de "¡Aleluyas, aleluyas finas, que pasa la procesión!" o "¡Aleluyas finas, aleluyas, que va a pasar Dios"! anunciaban en el siglo XIX y XX los vendedores ambulantes estos papeles en donde se contaban historias del tema más diverso para ser recitadas, leídas o escuchadas por el pueblo llano.
También servían para ser recortadas en pequeños pedazos de papel y arrojadas sobre carrera que iba a hacer alguna procesión o sobre el público que estaba en el templo el sábado santo cuando, después de haberse omitido la palabra durante toda la Cuaresma, se gritaba "¡Aleluya".
A pesar de la popularidad alcanzada por las aleluyas (precursoras del moderno cómic), tuvo muchos detractores, que culpaban de su antipatía hacia ellas a las estrofas y dibujos, a veces vulgares, que representaban.
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Aleluyas de las que se extrajeron las imágenes del cupón (1987-1988) |
En la imagen anterior se pueden observar las aleluyas publicadas en el cupón. De entre todas, cabe destacar la del 17 de diciembre de 1987, que representa precisamente a un vendedor decimonónico de "aleluyas". Yo, particularmente, sigo preguntándome qué significa "I... Rábanos", u "Omono" (que en la aleluya aparece como "Xinno Omono".
La
Fundación Joaquín Díaz, la encargada de custodiar estas joyas, abarca varios museos (de entre los que destaca el de Instrumentos Musicales, y su biblioteca, en la que se guarda una inmensa colección de aleluyas. Su propulsor, Joaquín Díaz, zamorano afincado en Valladolid, comenzó a dedicarse al estudio y divulgación de diversos aspectos de tradición oral: romances, canciones, cuentos, expresiones populares... y ha publicado centenares de artículos, ensayos y libros, grabado más de sesenta discos y hasta dirigido a numerosos grupos de música tradicional.
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Joaquí Díaz en la biblioteca en la que se guardan las aleluyas originales |